Los títulos propios son programas ofertados y certificados por las casas de altos estudios españolas con el objeto de atender aquellas necesidades de formación que no se recogen en el catálogo oficial de titulaciones universitarias. A pesar de que poseen reconocimiento oficial, su enfoque práctico los transforma en una de las variantes más comunes entre los cursos de posgrado universitarios.
Las universidades de España, además de la propuesta de enseñanzas superiores oficiales, pueden establecer otra clase de enseñanzas orientadas a la obtención de diplomas y títulos propios que no son de carácter oficial ni vigencia en todo el país. Estas enseñanzas propias conceden a las universidades responder a la reclamación social de formación especializada en los diferentes campos de saber que generalmente no se halla contemplada en las titulaciones oficiales.
Una de las causantes del incremento de la oferta de títulos propios recae en la amplia flexibilidad y autonomía con la que cuentan estas titulaciones, ya que, al carecer de los rígidos moldes de los títulos oficiales, pueden dar respuesta de forma rápida a los requerimientos de instrucción o especialización que se requieren en cada momento, brindando un gran abanico de alternativas formativas a un vasto perfil de estudiantes o profesionales.
Dentro de los títulos propios de postgrado se distinguen tres categorías: maestría, especialista y experto, dependiendo de la titulación solicitada para emprender los estudios y la duración de los mismos.
Aunque todas las universidades usen la misma designación para tales títulos, la enorme autonomía de la que gozan para el diseño de títulos propios hace que no siempre haya homogeneidad entre ellas en las características esenciales de estos estudios, como la extensión, créditos, precios o requisitos de ingreso.
Sin embargo, hay una serie de caracterizadores afines que definen estos programas. Las enseñanzas poseen un carácter más práctico y relacionado con el ambiente laboral, lo cual posibilita al estudiante especializarse desde un aspecto profesional más que teórico, gracias también a que los docentes pueden ser del sector empresarial y no únicamente doctores universitarios. Además, la ductilidad de estos programas admite cambiar o adaptar los materiales de un año para otro, de acuerdo a las necesidades formativas del momento.
El título que otorgan no tiene carácter oficial ni ningún reconocimiento en el exterior, por lo tanto su realización está más orientada al reconocimiento profesional que al académico. En ciertos casos, pueden estar homologados por compañías estatales o del sector privado que han participado o ayudado en la instauración de las enseñanzas por sus necesidades específicas de profesionales especializados en una materia o actividad determinada.
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